El gato con botas
Había una vez un molinero pobre
que cuando murió sólo pudo dejar a sus hijos por herencia el molino, un asno y
un gato. En el reparto el molino fue para
el mayor, el asno para el segundo y el gato para el más pequeño. Éste último se
lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte. Yo
soy el que peor ha salido ¿Para qué me puede servir este gato?”, – pensaba en
voz alta.
El gato que lo había escuchado,
decidió hacer todo lo que estuviese a su alcance para ayudar a su nuevo amo. –
“No te preocupes joven amo, si me das un bolso y un par de botas podremos salir
a recorrer el mundo y verás cuántas riquezas conseguiremos juntos”.
El joven no tenía muchas
esperanzas con las promesas del gato, pero tampoco tenía nada que perder. Si se
quedaba en aquella casa moriría de hambre o tendría que depender de sus
hermanos, así que le dio lo que pedía y se fueron a recorrer el mundo.
Caminaron y caminaron durante
días hasta que llegaron a un reino lejano. El gato con botas había escuchado
que al rey de aquel país le gustaba comer perdices, pero como eran tan
escurridizas se hacían casi imposibles de conseguir. Mientras que el joven amo
descansaba bajo la sombra de un árbol, el gato abrió su bolsa, esparció algunos
granos que le quedaban sobre ella y se escondió a esperar.
Llevaba un rato acechando cuando
aparecieron un grupo de perdices, que encontraron el grano y se fueron metiendo
una a una en el saco para comérselo. Cuando ya había suficientes, el gato tiró
de la cuerda que se encontraba oculta, cerrando el saco y dejando atrapadas a
las perdices. Luego se echó el saco al hombro y se dirigió al palacio para
entregárselas al rey.
Llevaba un rato acechando cuando
aparecieron un grupo de perdices, que encontraron el grano y se fueron metiendo
una a una en el saco para comérselo. Cuando ya había suficientes, el gato tiró
de la cuerda que se encontraba oculta, cerrando el saco y dejando atrapadas a
las perdices. Luego se echó el saco al hombro y se dirigió al palacio para
entregárselas al rey.
Cuando se presentó ante el rey
le dijo: – “Mi rey, el Marqués de Cárabas le envía este obsequio. (Este fue el
nombre que se le ocurrió darle a su amo)”. El rey complacido aceptó aquella
oferta y le pidió que le agradeciera a su señor. Pasaron los días y el gato
seguía mandándole regalos al rey, siempre de parte de su amo.
Un día el gato se enteró de que
el rey iba a pasear con su hermosa hija cerca de la ribera del río y tuvo una
idea. Le dijo a su amo: – “Si me sigues la corriente podrás hacer una fortuna,
solo quítate la ropa y métete al río”. Así lo hizo el hijo del molinero hasta
que escuchó a su gato gritando: – “¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Se ahoga el Marqués de carabas!
¡Le han robado sus ropas!”.
Cuento para leer de El gato con botas
El rey atraído por los gritos se acercó a ver qué pasaba. Al ver que se trataba
del Marqués que tantos obsequios le había enviado, lo envolvió en ropas
delicadas y lo subió en su carruaje para que les acompañara en el paseo.
El astuto gato se adelantó a la
comitiva real y se dirigió a las tierras de un temido ogro, donde se
encontraban trabajando unos campesinos. Los amenazó diciéndoles: – “Cuando el
rey pase por aquí y les pregunte de quién son estas tierras, deberán responder
que pertenecen al Marqués de cárabas, sino morirán”.
De esta manera cuando el rey
cruzó con su carruaje y preguntó a quién pertenecían aquellas tierras, todos
los campesinos contestaron: – “Son del señor Marqués de carabas”.
El gato con botas que se sentía
muy complacido con su plan, se dirigió luego al castillo del ogro, pensando en
reclamarlo para su amo. Ya había escuchado todo lo que el ogro podía hacer y lo
mucho que le gustaba que lo adularan. Así que se anunció ante él con el
pretexto de haber viajado hasta allí para presentarle sus respetos.
Cuando estuvo solo con el ogro,
el gato le dijo: – “Me han dicho que es capaz de convertirse en cualquier clase
de animal, como por ejemplo un elefante o un león”.
– “Es cierto”, – contestó el
ogro muy halagado y se transformó de inmediato en un rugiente león para
demostrarlo.
A lo que el gato contestó: –
“¡Sorprendente! ¡Ha sido increíble! Pero me impresionaría más si pudieras
transformarte en algo tan pequeñito como un ratón. Eso debe ser imposible,
incluso para un ogro tan poderoso como tú”.
El ogro ansioso por impresionar
al gato, se convirtió en un segundo en un diminuto ratón, pero apenas lo hizo
el gato se lanzó sobre él y se lo tragó de un bocado.
Fue así como el gato reclamó
aquel palacio y las tierras circundantes para el recién nombrado Marques de cárabas,
su joven amo. Allí recibió al rey, que impresionado ante el lujo y la
majestuosidad del castillo, le propuso de inmediato la mano de su hija en
matrimonio. El hijo del molinero aceptó y luego de que el rey murió gobernó
aquellas tierras, al lado del gato con botas a quien nombró primer ministro.
Este cuento tan famoso se escribió
en 1500 por Giovanni Francesco Straparola en su novela Las noches agradables,
en 1697 por Charles Perrault en su libro Cuentos de mamá ganso como El gato
maestro y anteriormente en 1634 por Giambattista Basile como Cagliuso.
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